miércoles, 6 de abril de 2011

Invierno 13



La espera estaba matando a Urlen, se notaba marchitar encerrado allí, como un vulgar criminal. Los carceleros al otro lado de la puerta se divertían vociferando zafiedades y esto dio una idea al caballero cautivo.

- ¡Callaos de una vez! ¡Maldita escoria!
- ¿Qué nos ha llamado? ¿Escoria? ¡Ja, ja, ja! – el primero de ellos se rió al mirarle a través de los barrotes.
- Escoria significa basura, idiota. Nos llama mierdas – el segundo era un poco más listo, se pasó la mano por el mentón mugriento – Tu… ¿eres noble verdad?
- Así es.
- Pues ten la boca cerrada si no quieres que se nos pase por alto cuando te matemos para evitar que huyas.
- Hablas como una rata cobarde. Tú deberías estar a este lado de los barrotes, no alguien noble e inocente.
- No hay nobles en Arboleda, aunque se los respete, pero estas muy lejos del amparo de tu casa.
- De no ser así… alguien con un aspecto que no desmiente lo que dice su olor – le miró – sería sacrificado como cualquier bestia enferma – remarcó su desprecio esperando inflamar el odio en sus captores.
- Yo te daré sacrificio.

La puerta se abrió y Urlen tuvo que esconder su sonrisa con el saco que usaba de manta, simulando miedo y acobardamiento.

Los guardias le golpearon con puños y pies hasta resoplar de cansancio, no usaron sus porras, querían humillar al preso y cuando la sangre que manaba de sus heridas les sació orinaron sobre él.

Después se fueron, regalando insultos a su víctima.

En la oscuridad. Bajo los golpes, la sangre y el orín, Urlen seguía sonriendo.

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