miércoles, 31 de marzo de 2010

Invierno 5




A la luz de aquel nuevo día, el paseo que nuestra extraña pareja daba por la ladera de aquella montaña parecía algo muy diferente. Un viaje de placer incluso. Pero la humedad de las botas y el frio circundante ayudaban muy poco a reforzar esa ilusión.

Urlen estaba ya convencido sin duda. Dindan estaba loco.

Más loco que un hombre muy anciano que vivía en los dominios de su padre, en mitad de las tierras salvajes y que decía había visto la cara de los dioses. Y pensaba esto el joven guerrero porque su acompañante canturreaba melodías sin sentido y las mezclaba con una charla consigo mismo que no se podía entender, siempre entre dientes y riendo arbitrariamente a la vista de cosas nada cómicas para Urlen, como una roca nueva en el camino o el Sol apareciendo tras las nubes.

Desde luego la estación fría sentaba esplendorosamente a la visual del valle que tenían por debajo e incitaba a respirar el aire fresco con olor a pinos.

Dindan masticaba una raíz y charlaba su soliloquio incomprensible y entonces se detuvo, quedó en tensión con la vista en el horizonte y alzó la cabeza súbitamente. Unos instantes después se oyó el reconocible sonido de caballos al galope y en un oído entrenado (como el de Urlen) sonaba como un mínimo de tres monturas.

Sabiendo que eran inferiores, el hombre de armas tomó una posición segura tras una roca, lo bastante oculto para alguien a esa velocidad. Por el contrario, el músico bajó al suelo la caja que llevaba a la espalda, el instrumento de otro mundo conocido como el Canundrón.

- ¿Qué haces chalado? Al menos tres hombres vienen a toda velocidad y creo que bajan desde aquella planicie, deben habernos visto y seguro que quieren robarnos.

- Seguro… - aunque Dindan parecía compartir la aseveración, estaba ido, claramente. Y seguía en lo suyo.

- ¡Escóndete!

- ¿Por qué? Esos miserables pagarán todo lo que han hecho en sus vidas. ¿No responde eso a tu concepto de la justicia? – una vez más sonrió de esa manera que helaba la sangre de Urlen.

- Porque – tomó aire – llegarán y te verán desde lejos y entonces te matarán con sus arcos y ni esa posibilidad (que no puedo decir que me entristezca especialmente), ni tu alternativa responden a mi concepto de la justicia o de lo que debería pasarnos hoy.

- Pobre ignorante. Debes empezar a creer – la caja estaba abierta y Dindan la dejó sobre el suelo con ceremonia – no van a matarnos, ya estamos muertos. – volvió a reírse sombríamente y las runas del Canundrón reflejaron el Sol dibujando imágenes fantásticas sobre la nieve.

lunes, 29 de marzo de 2010

Polaridad

La última encuesta ha estado repartida.

A la pregunta “¿Orden o Caos?” los visitantes han respondido de manera variada.

Para mi disfrute personal, nadie ha votado la opción “¿Pero esto de qué va?”, demostrando que los votantes estaban bien informados, gracias.

Y para mi escarnio el “Orden, no existe otra respuesta” obtuvo el 25% de los votos, demostrando que aún hay quien no se ha enterado de que este mundo nuestro ya es un pozo de invariabilidad y monotonía. ¿Qué hace que alguien quiera más?

El “Caos ¿porqué no?” se llevo igualmente un 25%, algo que avala mi teoría de que son dos líneas de pensamiento que suelen obtener el mismo seguimiento, por mis preferencias personales, doy la enhorabuena a los idealistas que creen que aún se puede ganar la batalla.

Finalmente, la lógica se impuso y “Equilibrio, es lo ideal”, fue el lado de los vencedores con un 50% y hasta los fanáticos de las otras dos ideologías (que espero siguieran con interés esta crucial encuesta), deben reconocer que es en el fondo y la forma, lo ideal.

martes, 23 de marzo de 2010

Invierno 4



El nuevo día amaneció claro y menos frío. Dindan no había conciliado el sueño en toda la noche, inquieto como siempre, pero esta vez presa de una excitación especial.

Entrecerró los ojos en un gesto que le hacía parecer aún más siniestro y observó detenidamente al joven caballero que dormía profundamente. Urlen, aunque desconfiaba del músico, fue vencido por su cansancio y cayó rendido al acabar la cena.

Robusto y de aspecto saludable, sus largos cabellos oscuros caían sobre su rostro barbudo, en una mezcla de tosquedad y refinamiento. Sus prendas estaban confeccionadas con buen cuero y protegían todo su cuerpo.

Junto a él, descansaba el equipo de guerra, un recio peto de metal como protección, sencillo y rematado con hombreras anchas, acabadas en crestas metálicas, imitando a llamas. Junto a la armadura estaban las armas, arco largo y un carcaj de flechas y la espada, guardada en su vaina.

Le había fascinado esa hoja desde que cortara limpiamente la carne de la cena, la sangre fluyendo podía producir un efecto hipnótico en él. Sin apartar los ojos del acero cubierto de símbolos y escudos heráldicos se perdió en sus pensamientos, encendidos por el recuerdo del rojo fluido.

Dirigió los ojos inconscientemente a las montañas y las cavernas bajo ellas, buscó el lugar donde reptaba un viejo mal y casi cruzó el miedo su mirada un instante.

Dindan devolvió su atención a la espada, a la que contemplaba con una sonrisa malévola en la boca.

- ¿Qué estás mirando? – Urlen se aclaró la garganta – Esa es la espada de mi abuelo, no la mires.

- No la miraba – mintió, pero quedaba disimulado en su nerviosismo habitual – pensaba en lo bello de sus formas – sonrió de oreja a oreja y su aspecto no era nada afable.

lunes, 22 de marzo de 2010

Una semana larga




La semana de la ultima encuesta ha durado más de lo previsible, mis disculpas, problemas varios me han mantenido un poco estéril, creativamente :)

La ultima encuesta “Muerte predilecta”, tuvo como respuesta más votada “Devorad@ por un dragón” (57% de los votos), algo que me gusta. Por un lado verías un animal mágico y disfrutarías de unos últimos instantes entrando por entero en la boca de un animal, ¿y no vive actualmente ningún animal capaz de hacer eso verdad?.

Las otras opciones “Mientras duerma siendo ya viej@” (esta era fácil que le gustara a alguien), “Cayendo desde muy alto” (la de los valientes, sin duda) y “Ninguna ¡Que horror!” (esto para mi es como decir: "Espero no diñarla nunca o ¡al menos que duela poco!") obtuvieron un voto cada una.