miércoles, 24 de febrero de 2010

Trinidad




Conozco un hombre que son tres. Como en las trinidades de las viejas religiones del mundo.

Uno es duro en apariencia, sensible en fondo. Otro aparenta sensibilidad y encaja los reveses con el aguante de los reyes de antaño. El tercero sabe cambiar y adaptarse y eso le da la superioridad ante quienes se creen mejores, pero jamás sabrán cómo él puede ser serio y gracioso a la vez.

Un tercio esta hecho de furia, dolor y melancolía. En otra parte late un corazón noble que bombea sus emociones a la justa medida. La tercera parte cierra un reflexivo equilibrio.

El todo es lo importante. La tempestad no afecta al hombre trinidad.

Tiene intuición para saber como serán las cosas e imaginación para guiar el camino aún no vislumbrado. Su capacidad para enfrentar la vida reforzará siempre sus otras partes. Y su razonamiento y curiosidad le impulsaran siempre al futuro.

Se quién es ese hombre, primario y glorioso, como los dioses de esas religiones. Y existirá siempre, mientras esté unido.

lunes, 22 de febrero de 2010

La opinión de las masas

El pueblo (que es soberano) ha hablado.

A la pregunta: ¿No es un poco raro pagar por anunciar la marca de la ropa que llevas? Han respondido los visitantes con un abrumador 100% de los votos en la opción “Ellos deberían pagarme a mi”.

Así que desde aquí os animo a poner en práctica tan saludable pensamiento.

¿Cómo?

Sencillo, arrugando el morro al ver un logo mezcla de una D y una G en un diseño que podría hacer tu primo de seis años. Planteando la pregunta “¿Te pagan por llevar ese anuncio?” a tus amigos y conocidos ante la marca comercial que luce en sus prendas. O más sencillo, no comprando ropa cara que encima le echa cara y te usa de expositor.

Una vez más gracias por los votos a la consulta. Una nueva encuesta esta semana.

martes, 16 de febrero de 2010

Invierno 3




El fuego crepitaba y chisporroteaba en el interior del viejo árbol muerto en el que Urlen y su visitante cocinaban un venado, que tan sorprendentemente acababa de dejarse matar para ellos.

El hombrecillo decía llamarse Dindan y era el personaje más estrafalario que su estupefacto acompañante hubiera conocido. Sus rasgos eran los de los hombres de aquellas tierras, alto y claro de piel como de ojos, pero había algo diferente en él.

Su pelo era rubio claro casi blanco, alborotado y despeinado saliendo de su cráneo. Ocultaba parcialmente unos ojos azules siempre abiertos, que paseaban nerviosamente sobre cada detalle a su alcance. La boca mascullaba una ininteligible letanía y parecía estar mascando un invisible bocado que fuera escaso, como royendo una raíz, los dientes siempre a la vista.

Sus ropas no combinaban mejor. Se protegía del frio envuelto en la piel negra de un oso y bajo tan contundente protección vestía una camisa, amplia, con faldones de colores, verde, rojo y amarillo, al uso de acróbatas y juglares.

Dindan se sentaba en una caja de madera oscura tallada con runas e imágenes de una mitología desconocida, había estado abierta hacía muy poco.

Dentro de la caja estaba un instrumento que Dindan había llamado el Canundrón. Era un peculiar aparato. De la caja salía una bolsa de tela que recordaba a una gaita unida a un mecanismo que funcionaba como un acordeón, con la peculiaridad de estar accionado por numerosas cuerdas, botones y orificios en una aparatosa distribución.

- Extranjero – dijo Dindan al advertir la atención de su joven anfitrión por el Canundrón - ¿Quieres que toque una pieza? No algo como lo de antes, algo más… relajado. – apuntó mientras arrancaba un bocado de carne del hueso y sonreía.

lunes, 15 de febrero de 2010

Resultados

La encuesta de la semana (¿Cómo arreglar la economía?) ha finalizado con el resultado ganador “Recortes del 40% en sueldos de altos funcionarios” por 3 votos contra los 2 votos obtenidos por “Ejecuciones del 40% de los altos funcionarios”.

Sorprendentemente nadie votó las opciones que incluían recortarnos los sueldos (esta claro que nos pagan demasiado) ni extender la jubilación a los 70 años (porque 67 años es quedarse corto).

Gracias por votar y espero que hagáis lo propio en la siguiente encuesta.

martes, 9 de febrero de 2010

Jubilación



José Luis trabaja como portero y jardinero de un edificio del barrio madrileño de Chamartín. Es esta una finca con cierta edad, como su cuidador, en los años setenta molaba, también en eso se parecen.

Pese a la edad, es un edificio de apartamentos de lo que en su día denominaban “gente bien”. Las necesidades de mantenimiento y limpieza son por tanto exigentes, para mantener la imagen de modernez, ya retro.

En el trabajo de un encargado de mantenimiento como este se pueden realizar la mayoría de las tareas en unas horas, normalmente las primeras horas de la mañana. José Luis lleva ya diez años haciéndolo, desde que a los cuarenta se separara.

Su vida había sido convulsa hasta esa época. Pasando de chapuzas a mecánico y electricista entre los dieciséis y los veinticuatro, cogió sus ahorros y montó unos ultramarinos, dos años más tarde traspasó el negocio y se fue a vivir a Brasil.

Estando en Brasil, donde no le iba mal, un coche invadió el carril por el que circulaba el coche de José Luis y su mujer, ella salió intacta, el sufrió graves lesiones de espalda y tuvo que volver a España, donde gastó sus ahorros otra vez, en curarse.

Cuatro largos años después estaba casi recuperado. La adicción a los analgésicos causada por su enfermedad agrió su carácter, su mujer le dejó. Al poco empezó a pensar en reconstruir su vida y consiguió un trabajo tranquilo, de encargado de mantenimiento de un edificio.

Ahora vive tranquilo, aunque cansado, por sus lesiones del pasado. Está algo más envejecido de lo que debiera para sus cincuenta y pocos.

Cuando tiene una noche dura, tras un largo día, piensa en los diez años y pico que le quedan para jubilarse y le agota la idea, se bebe un par de cervezas y se duerme viendo la tele cuando acaba el informativo de las nueve de la noche.

En una noche relajada, se sienta en su sillón, que masajea su espalda cansada y se queda “frito” sin más.

Hace poco no se quedo dormido ni aún tragándose cuatro cervezas, al parecer su jubilación iba a alargarse hasta los 67…

lunes, 8 de febrero de 2010

Invierno 2



Urlen se arrastró sigilosamente por la nieve unos últimos metros, esperando alcanzar el origen de los impíos sonidos y las luces danzantes que los acompañaban. Tuvo que armarse de valor, sabedor de lo sobrenatural que le esperaba, su imaginación le decía que serían espectros o un aquelarre de brujas, nada menos malo que eso. Apenas sus ojos sobresalieron de la loma nevada vio algo insólito.

Un hombre extrañamente ataviado tocaba el instrumento más raro que Urlen había visto jamás, se balanceaba al hacerlo, pero a juzgar por las botellas vacías a su alrededor bien podía estar borracho. La música era una cacofonía indescifrable, pero atrayente, causaba fascinación, solo rota por las carcajadas del intérprete, las luces de muchos colores salían de gemas en la superficie del aparato.

El joven caballero avanzó buscando un ángulo para acercarse sin ser visto, desenvainó cuidadosamente su espada familiar y se situó a una estocada de distancia, apuntando el arma a su objetivo.

- ¡Eh, tu! – gritó dominante, pero la música no se detuvo - ¡Eh! ¡Vuélvete! – necesitó coraje para enfrentar lo desconocido en ese tono.
- Shhh… - susurró la figura, instándole a bajar la voz – Vas a asustar a la cena. – la voz olía a alcohol y locura.

Coincidiendo con esa enigmática sentencia, asomó entre la vegetación un venado. Miraba al instrumento con la misma perplejidad que Urlen unos instantes antes. El animal se acercaba tímida pero implacablemente, situándose a escasos metros de la escena.

- Mátalo. – dijo el músico sin detenerse - ¡Rápido!
- ¿…Que? – estaba confuso.
- Que…lo… ¡mates!

Los gruñidos en las tripas del caballero sureño le animaron a actuar, la espada centelleó a la luz de las estrellas y el blanco alrededor se salpicó de rojo.

domingo, 7 de febrero de 2010

Los viejos roqueros…






¿Nunca mueren? Si algunos no lo hacen es porque toman la sabia decisión de recordar sus primeros éxitos. Reconozco que en esto no soy nada objetivo (cuestión de gustos), pero siempre he preferido los primeros trabajos, o los intermedios, en la mayoría de músicos que me gustan.

Viendo como decae el número de buenos temas según avanzan los años y los discos, me viene una inquietud tipo: ¿La creatividad o la originalidad se oxidan con el tiempo como las vitaminas de un zumo de naranja? Hay buenas “ancianidades” por ahí, algunos alcanzan estados más relajados en su estilo, como un tal Clapton…

Otros casos son más irritantes cuando me gusta de verdad el mensaje y las sensaciones que me producía ese artista. Mi mosqueo particular lo tengo con The Offspring. Admiro sus tres primeros discos. Iban hacia un buen punk rock californiano, de estilo propio, degenerando después en una parodia de ellos mismos. Tuve la oportunidad de verles en 2008 en concierto y lo único vibrante que nos gano a todos salía de su tercer y seguramente mejor disco.

Apoyo los comentarios que he leído por ahí, en los que resumen esto con un “se han vendido”. No debe ser fácil bajarse del tren de la fama y el dinero (reto a quien quiera a demostrar lo contrario), pero con sus buenos trabajos anteriores, para algunos (me incluyo), no tenían porqué suicidarse creativamente.

Esto hay quién lo aplicaría a otros. Yo hago lo contrario a lo lógico, que sería mirar adelante. Coloco un viejo CD en el reproductor y oigo una vez mas “Kill the president”.

(Para quien quiera comentar, por lo del reto, no me valen las gracias tipo “También se muere de éxito” firmado como Jimi Hendrix.)

viernes, 5 de febrero de 2010

Invierno




Caía nieve sobre la ladera de la montaña. Este invierno estaba siendo duro, más de lo acostumbrado en aquellas frías tierras.

Urlen caminaba pesadamente sobre la espesa capa de nieve virgen, las huellas que dejaba tras de sí eran la única señal de vida humana o animal que podía verse. Llevaba dos jornadas de viaje desde que abandonara Nervinall, la gran ciudad de los mineros. Allí había defendido a un campesino de su señor, un hombre cruel que explotaba a sus vasallos, a quienes decía proteger. Sabía que no debía contravenir las leyes de una tierra que no era la suya, pero como caballero que era no podía permitir injusticia semejante.

La visión de aquellas blancas extensiones le hizo temer lo peor al caer la noche, ya próxima. El frio y muy posiblemente los lobos serian los peligros mas temibles de aquellas tierras, pero el viento que se levantaba por momentos le decía que sin un refugio, no llegaría a preocuparse de los lobos.

Encontró un árbol, o sus restos en realidad, en cuyo interior podría cobijarse sin problemas y hacer fuego, si encontraba leña seca. Era un gran ejemplar y había ardido parcialmente años atrás, desde entonces había albergado multitud de criaturas en su amoroso interior, salvando vidas que de otra forma habrían perecido en aquel gélido ambiente.

Incluso para Urlen, un inexperto en materia de supervivencia, no fue complicado acomodarse en aquel viejo árbol. Hizo un fuego vivo con un par de piñas y su yesquero y pasó al fuego un conejo que había cazado en la mañana, lo único vivo que había visto en todo el día. “Puede” se dijo, “que finalmente sobreviva”. Respondiendo a sus pensamientos y a la par helándole la sangre, una extraña música acompañada de una carcajada demente se pudo oír arrastrada por el viento…

lunes, 1 de febrero de 2010

¿Sanidad? pública



Será por mis problemas médicos particulares, pero no puedo dejar de pensarlo. La sanidad española, aún gratuita, me sale muy cara.

Y digo que es gratuita sin tener en cuenta lo que se queda la seguridad social de mi sueldo cada mes. Bien, en este punto me pregunto ¿A mí de que me vale? Me ha sido útil alguna vez, todos necesitamos que nos den una baja laboral o una receta o diagnostico en algún momento de nuestra vida, al menos de jóvenes, de viejos, directamente dependemos de este servicio, lo que supongo justifica el sangrado al sueldo.

Pero mi problema es otro, mi dentadura, y zonas allegadas, mellada genéticamente desde que fui concebido. Entonces... ¿De qué me vale? Si quiero que me saquen de una vez las veinte piezas dentales que me quedan, genial, si pretendo conservar alguna, estoy jodido.

Recuerdo con irritación la ultima vez (hace escasos dos meses) que pasé por un centro de salud por esto. Necesitaba algo de ellos y me lo dieron, no sin una charla desde las alturas morales en las que algunos médicos creen estar. Cuando me tocó hablar, le pedí una solución al "profesional", su respuesta fue: "De eso aquí no te hacemos nada, la Seguridad Social solo cubre extracciones. Hasta luego... (si, con ese retintín que te estás imaginando)". En ese momento habría dejado salir al homicida que hay en mi interior, pero lo que hice fue ir a mi dentista, al que pago yo.

Mi problema, no es solo mio, es también de los que tienen cualquier problema que requiera dinero para solucionarse: visión, enfermedades llamadas "raras" y seguramente un sinfín de afecciones físicas y psicológicas más. Todos pasamos el mismo calvario a menudo. Seguramente ellos, como yo, se pregunten porqué están pagando algo que nunca van a poder usar para lo que más necesitan.

Esto es lo que en España (gran nación) se conoce como bienestar social. En especial bienestar de las clínicas privadas que rescatan a la gente del inframundo de la sanidad publica.

Con esto no quiero hacer un alegato a favor de que me dejen morir en la calle, como pasaría en Estados Unidos, si no puedo pagarme nada. Ni en contra de los médicos que allí TRABAJAN (ojo, respeto al trabajo de los demás, que todos aguantamos nuestra propia mierda a diario), que muchos vocacional como bienintencionadamente intentan ayudarnos dentro de ese subsistema, en el que también se encuentran atrapados.

Esto es más una reflexión del tipo "¿Y que pasa conmigo? ¿Y con todos los que están como yo?". La verdad es que la realidad me ha contestado ya demasiadas veces.