miércoles, 30 de junio de 2010

Invierno 9



El viento que recorría el valle traía olor a pastos, algo que un viajero en aquellos parajes agradecía de inmediato, la cercanía de la civilización.

Nuestros protagonistas habían alcanzado un sendero que recorrían desde el día anterior y estaban más tranquilos. El deshielo era evidente en el cauce cercano de un riachuelo que crecía por momentos y se podían ver viejas canalizaciones de agua para cultivos que el hombre había perdido antaño frente a la naturaleza.

Las tierras salvajes dieron paso a pastos y colinas, una combinación bella en su sencillez enmarcada por montes y montañas nevados.

Era su segunda jornada en aquel nuevo terreno y Urlen empezó a imaginar porqué la ciudad se llamaba Arboleda. Una línea verde, que tan solo era el comienzo, anunciaba la existencia más adelante de un inmenso macizo boscoso.

El valle se abría entonces a tierras llanas que iban ladera abajo, dejando Arboleda y su sinonímico entorno como puerta a la montaña. La ciudad podía verse a lo lejos rodeada de frondosidad.

- Ah… el hogar – dijo Dindan con una amplia sonrisa.

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