jueves, 8 de julio de 2010

De buen humor



Los relámpagos llegaron primero, como es natural. La lluvia, pausadamente al principio con furia después, caía sobre la ciudad.

Él estaba solo en casa, viendo como otros salían a la calle y se malhumoraban ante la visión del asfalto húmedo.

Los arboles estaban visiblemente alegres, saludando a la lluvia, él hizo lo mismo, disfrutaba la lluvia aunque a otros no les gustara.

Se puso un chándal gris viejo y salió a correr, quedando calado en pocos segundos. Agitó la cabeza bajo el chaparrón, respirando el aire húmedo y limpio.

Unos gorriones se refugiaban en una cornisa cercana y asomados a la calle vieron al alegre corredor, que apoyó las manos en las rodillas lanzando bocanadas de vaho.

El agua recorría toda su cabeza, arrastrándole el pelo delante de la cara, al apartarlo vio a los pajarillos y les sonrió, mientras, a su alrededor caras en grises muecas.

No disfrutaba la lluvia sin importarle que a otros no les gustase, la disfrutaba porque ellos la odiaban.

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