miércoles, 30 de junio de 2010

Invitado



Hay una fiesta en la sexta planta. Todos están felices, ríen, brindan y disfrutan del ambiente.

Ahí, sin hacer ninguna de esas cosas estoy yo. Me pregunto que estoy haciendo allí, porqué me invitaron. No hay una emoción definible en mi interior, pero si agitación. Estoy cerca del mareo, nada me parece como debería ser.

El jolgorio a mí alrededor me satura y salgo a una terraza. Muy por debajo los sonidos de una ciudad adormecida me calman. La puerta se abre y un rostro feliz me hace compañía. Me pregunta como me va y le digo la verdad, me estoy pudriendo por dentro. Posa la mano en mi cabeza con cariño y me dice que todo se arreglará, después regresa adentro.

Aunque crean conocerme o yo a ellos, todos sabemos que es una mentira aceptada de común acuerdo, para no asumir la debilidad de nuestras apreciaciones.

Desde fuera de la fiesta la veo como estando adentro, igualmente no pertenezco allí, en realidad a ningún lugar. En ese balcón, solo, es donde pertenezco, en la “compañía” de alguien que me acepta y conoce. De otra manera siempre soy un invitado en una fiesta que no comprendo.

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