lunes, 8 de febrero de 2010

Invierno 2



Urlen se arrastró sigilosamente por la nieve unos últimos metros, esperando alcanzar el origen de los impíos sonidos y las luces danzantes que los acompañaban. Tuvo que armarse de valor, sabedor de lo sobrenatural que le esperaba, su imaginación le decía que serían espectros o un aquelarre de brujas, nada menos malo que eso. Apenas sus ojos sobresalieron de la loma nevada vio algo insólito.

Un hombre extrañamente ataviado tocaba el instrumento más raro que Urlen había visto jamás, se balanceaba al hacerlo, pero a juzgar por las botellas vacías a su alrededor bien podía estar borracho. La música era una cacofonía indescifrable, pero atrayente, causaba fascinación, solo rota por las carcajadas del intérprete, las luces de muchos colores salían de gemas en la superficie del aparato.

El joven caballero avanzó buscando un ángulo para acercarse sin ser visto, desenvainó cuidadosamente su espada familiar y se situó a una estocada de distancia, apuntando el arma a su objetivo.

- ¡Eh, tu! – gritó dominante, pero la música no se detuvo - ¡Eh! ¡Vuélvete! – necesitó coraje para enfrentar lo desconocido en ese tono.
- Shhh… - susurró la figura, instándole a bajar la voz – Vas a asustar a la cena. – la voz olía a alcohol y locura.

Coincidiendo con esa enigmática sentencia, asomó entre la vegetación un venado. Miraba al instrumento con la misma perplejidad que Urlen unos instantes antes. El animal se acercaba tímida pero implacablemente, situándose a escasos metros de la escena.

- Mátalo. – dijo el músico sin detenerse - ¡Rápido!
- ¿…Que? – estaba confuso.
- Que…lo… ¡mates!

Los gruñidos en las tripas del caballero sureño le animaron a actuar, la espada centelleó a la luz de las estrellas y el blanco alrededor se salpicó de rojo.

1 comentario:

  1. Interesante mezcla de El Mulo y el flautista de Hamelín.

    ResponderEliminar