Conozco un hombre que son tres. Como en las trinidades de las viejas religiones del mundo.
Uno es duro en apariencia, sensible en fondo. Otro aparenta sensibilidad y encaja los reveses con el aguante de los reyes de antaño. El tercero sabe cambiar y adaptarse y eso le da la superioridad ante quienes se creen mejores, pero jamás sabrán cómo él puede ser serio y gracioso a la vez.
Un tercio esta hecho de furia, dolor y melancolía. En otra parte late un corazón noble que bombea sus emociones a la justa medida. La tercera parte cierra un reflexivo equilibrio.
El todo es lo importante. La tempestad no afecta al hombre trinidad.
Tiene intuición para saber como serán las cosas e imaginación para guiar el camino aún no vislumbrado. Su capacidad para enfrentar la vida reforzará siempre sus otras partes. Y su razonamiento y curiosidad le impulsaran siempre al futuro.
Se quién es ese hombre, primario y glorioso, como los dioses de esas religiones. Y existirá siempre, mientras esté unido.
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