viernes, 21 de mayo de 2010

Qué mal está la tele...




Y no es que lo diga yo, es un hecho. Hace un par de mañanas desayunaba frente a imágenes de "pseudoactualidad" informativa, el típico telediario mañanero hambriento de algo que contar.

Aparecían secuencias de granjas de cerdos mientras los textos superpuestos predisponían a encontrarlas crueles y poco humanas. Las había grabado una asociación de defensa animal, al estilo que tanto gusta a los periodistas actuales, un reportaje de investigación con cámara oculta.

Luego, un portavoz de la asociación comentaba el asunto poniendo verde a la administración por su falta de control, algo que siempre me gusta y también aconsejando al consumidor no comprar productos de origen animal para combatir a una industria que, tan cruel como avariciosamente explota a los pobres animales, incapaces de defenderse ellos mismos.

A estas alturas su argumentación entre vegetariana y con regusto infantil edulcorado ya me estaba aburriendo. Cierto que cualquier cosa que te comas estuvo viva y las industrias humanas lo han torturado y explotado hasta la muerte, es por eso que te lo puedes comer.

Ojo, digo bien, cualquier cosa. Porque por ahí hay unos vegetarianos radicales que se creen que aparte de su salud, también su karma se resiente menos si comen plantas. A ellos, deberíamos dejarles reflexionar.

Es que dan la sensación de necesitarlo. ¿Acaso las plantas no tienen sistema nervioso? ¿Un feto, un huevo y una manzana no son lo mismo? ¿No es sangre la savia? ¿No es destructivo, torturador y explotador el cultivo industrial para consumo humano? Unos cuantos han decidido que no porque su comida no se queja cuando la matan.

A ese idealista que aparecía en el informativo le contaría que la familia media, que casi no llega a fin de mes, dificilmente tiene tiempo, imaginación o dinero para encajar en su vida no consumir productos de origen animal.

Ya que somos tantos y hay que darnos de comer, aunque con sus siempre cuestionables métodos, la industria alimenticia nos tiene bien surtidos (en exceso de hecho) y estoy totalmente de acuerdo en vigilarlos, sancionarlos (cuando proceda) o lo que haga falta para que nadie tenga queja. Pero por favor, sin falsos idealismos ni dietas hipócritas.

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