Los rascacielos surgen entre parques salvajes, las
enredaderas lo trepan todo, irrespetuosas, nada es verde, toda esa naturaleza
esta muerta. El
aire denso y neblinoso dispersa la luz, las formas distantes aparecen borrosas
y podrían ser cualquier cosa.
El paseante no comprende, su barriada, su ciudad entera no
es la que conoce, ha sido transformada en una pesadilla.
Encuentra otros transeúntes y cree poder pedirles guía, al
acercarse huye lleno de horror. Todos tienen los parpados y los labios cosidos,
las costras purulentas y el nauseabundo olor cerca de ellos le hacen vomitar.
Cuando recupera la visión empañada por las lágrimas el
escenario ha cambiado. Enormes insectos, puede que escarabajos, amasan bolas de
desechos, metal y cadáveres. Llevan sus paquetes a un enorme montón sobre el
que se alza un trono, en él se sienta un hombre enloquecido atento a la
recolección, riendo a carcajadas, tiene hambre porque come con ansia pedazos de
carne arrancados de un brazo cercenado.
Al paseante no le cabe duda, su mente ya no funciona, esta
loco sin vuelta atrás.
- - Toma, cógelo.
Tras un parpadeo todo es luz y superficies pulimentadas, un
centro comercial. Caras felices o aburridas le rodean, en la coreografía de
circulación de pasillo.
En su mano un rifle automático de asalto cargado, el
paseante quita el seguro…
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