viernes, 9 de abril de 2010

Ira



Bajo las escaleras del metro con prisa, siempre me cabreo mucho en ese estado, el ácido corrosivo punk rock que se filtra desde mis oídos a mi cerebro aumenta la velocidad de la ira.

Las escaleras mecánicas parecen no tener final. Hay un tío atravesado junto a su enorme maleta, aunque voy entre estresado y psicótico busco amabilidad en algún lugar y le pido por favor que me deje pasar.

En el tercer tramo de escaleras llegando al andén prácticamente, un caso parecido. Mucha gente se ha alineado a la derecha para dejar pasar a los que, como yo, tenemos prisa. Menos ese gilipollas que charla despreocupadamente con su amigo ocupando el lado izquierdo. Reúno los restos de mi moribunda cortesía y hago mi amable petición de nuevo, él me ignora, vuelvo a decirlo, esta vez más alto.

Sigue ignorándome y puedo oír como el metro que quería coger se aleja de mí, como mi escaso tiempo. Así que exploto.

- Oye, debe ser una putada tener parálisis cerebral.

- ¿Qué dices tu? – me pregunto si de verdad sabía hablar o lo imaginé.

- Digo que tienes parálisis cerebral. No la divertida, con espasmos y dolor. La del tipo soy un puto estorbo para cualquiera más listo que una lechuga y voy a votar por costumbre.

- Oye niñato, deberías tener un poco mas de educación.

- Y tu empatía, si es que no necesitas un diccionario para saber lo que es.

Después me recuesto en un sillón. Un niño se acerca y me pregunta “¿Qué es la venganza?” y no puedo evitar una versión propia de la sinceridad: “Algo por lo que quemaría el mundo.”

3 comentarios:

  1. genial,has conseguido que pierda toda una tarde leyendo tus post,que cada vez leo con más avidez,saludos

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  2. ¡Eh, Purgatida!, me gusta cómo escribes, a mí me ha pasado éso en el metro, pero sin llegar a explotar;soy tu primo Héctor.

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